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CONTEXTO
El padre Daniel Vásquez brinda un contexto político, social y cultural en el primer audio y en el el segundo relata el contexto eclesiástico. De igual manera en la parte posterior de la página se encuentra un texto realizado por el equipo de trabajo.
Los años sesenta fue conocida como la “década prodigiosa”. En los años anteriores en 1958, en Medellín que era considerada una ciudad conservadora, tradicionalista y aferrada a la historia y las buenas costumbres, en el atrio de la iglesia de San Ignacio, donde los nadaístas, encabezados por Gonzalo Arango, organizaron una quema de libros y se declararon profetas de un nuevo mundo. Este acto, hoy día, parece digno del Ku Kux Klan, pero la intención era renegar de la vieja literatura.
Continuando en el el campo cultural, Colombia comenzó a irradiarse de la moda del rock and roll a través de artistas mexicanos que interpretaban versiones en castellano de algunos de los éxitos de los cantantes norteamericanos. La influencia del género musical protesta también se hizo sentir con cantantes como Pablus Gallinazus y el dúo Ana y Jaime, con canciones que fueron grandes éxitos radiales como Una flor para mascar, del primero, y Café y petróleo.
El hippismo llegó a Colombia en 1967 y muy pronto adquirió un toque colombiano, que lo acercó al folclor ancestral y a las culturas indígenas. Se establecieron comunas y los hippies por lo general se dedicaron a las artesanías, a vender ropa hindú, incienso, y se apropiaron de la calle 60, y del que durante muchos años se conoció como El Parque de los Hippies. En aquellos años llegaron el bluejean, la minifalda y el pelo cada vez más largo en los hombres. Durante bastantes años quienes osaban vestirse con ropas coloridas y no afeitarse ni motilarse se les tildaba de afeminados y en más de una ocasión fueron víctimas de agresiones.
Los movimientos estudiantiles marcaron la pauta en los convulsionados años sesenta colombianos. Desde finales de la década anterior la población estudiantil, tanto en bachillerato como en las universidades, creció de manera dramática, es indispensable recordar que en la época de dictadura de Rojas Pinilla fueron los estudiantes quienes pusieron el pecho para bajar al general del poder. Los estudiantes venían sintiendo la necesidad de debatir y cuestionar no solo el modelo educativo sino también las estructuras políticas del país.
Las distintas tendencias del marxismo (prosoviético, prochino, procastrista, troskista, incluso pro-Albania) generaron gran diversidad de agrupaciones, siendo las más conocidas la Juventud Comunista (Juco) y la Juventud Patriótica (Jupa). A lo largo de los sesenta y buena parte de los setenta fueron recurrentes las huelgas en universidades públicas como privadas, enfrentamientos entre estudiantes y algunos profesores contra la fuerza pública, así como el cierre de algunas de ellas. El ejemplo de la Revolución Cubana llevó a pensar a muchos jóvenes que la lucha armada era una opción para llegar al poder y cambiar las estructuras del país. Así, en 1964, surgieron las Farc, un movimiento de origen campesino, y un año más tarde el Ejército de Liberación Nacional (ELN), a los que se unieron estudiantes de diversas universidades.
La liberación sexual también fue un factor determinante. La píldora anticonceptiva permitió practicar el sexo con seguridad. Pero no solo en temas como moda, música y rebeldía juvenil se manifestaron grandes cambios De una tradición académica y luego nacionalista (representada en el llamado Grupo Bachué) muy rápidamente el país entró en el terreno del arte moderno. Estos cambios se consolidaron en los años sesenta. Marta Traba fundó el Museo de Arte Moderno, que hasta entonces había sido patrimonio exclusivo de Europa y Norteamérica. El principal exponente del denominado boom latinoamericano fue el escritor colombiano Gabriel García Márquez gracias al éxito universal que tuvo su novela Cien años de soledad, publicada en 1967.
Por otro lado, la Comisión Económica para América Latina (Cepal), un órgano regional de Naciones Unidas que en más de una ocasión fuera tachada de “comunista”, aunque en realidad se guiaba ante todo por las teorías de Keynes. Parte de esas recomendaciones de la Cepal trajeron como consecuencia la reforma administrativa de 1968, a raíz del Concilio Vaticano II, que instó a darle a la Iglesia un carácter de compromiso social que muchos jerarcas de la Iglesia colombiana se negaron a acatar. Otros sacerdotes, en cambio, aceptaron ese nuevo desafío. El más famoso de todos fue Camilo Torres, capellán y profesor de sociología de la Universidad Nacional, quien decidió empuñar las armas, se enroló con el ELN y murió en enero de 1966 en un enfrentamiento con la investigación metódica de los procesos sociales en contraposición con la Academia Colombiana de Historia, que en aquellos tiempos se limitaba a hacer panegíricos de héroes y próceres. Diversas universidades le abrieron departamentos. Los sesenta, como señala Tirado Mejía, fueron la edad dorada de la Sociología. A partir de 1959 se abrieron varios departamentos en universidades públicas, privadas y confesionales. Surgió una vertiente de la Sociología inspirada en el marxismo.